domingo, 28 de junio de 2009

Se me olvidó que te olvidé



Cuando era pequeño me entusiasmaba la lectura de los diálogos insertados en los bocadillos de los dibujos del cómic más que los propios gráficos de la viñeta, siendo algo inhabitual para una temprana edad, pero las cosas surgían así y así las recuerdo.

Ahora que ya ha pasado mucho tiempo, tanto que he olvidado cuánto, no leo los titulares de prensa, sino que, solo me detengo a mirar las imágenes que los ilustran, y no es por hacer veraz el dicho de que una imagen vale más que mil palabras, simplemente es que no tengo tiempo de leer toda la oferta de los medios de comunicación.

Es evidente que la cantidad de información que nos llega a diario, a través de los modernos medios de comunicación, nos apabulla, sobre todo, cuando en esta cantidad de información se mezclan distintas tendencias ideológicas o intereses encontrados. Se nos hace, entonces, difícil discernir entra la verdad y lo real; ya no vale el “depende del color del cristal con que se mire”, simplemente termino la lectura, si hago el esfuerzo de hacerla, totalmente confundido.

Cosa parecida me pasa al escuchar la radio, sabiendo diferenciar, de manera clara, entre oír y escuchar. Pues bien, las emisoras lanzan su mensaje de verdad absoluta sin ningún resquicio para la duda; claro está que si muevo el indicador del dial, la emisora sintonizada que está al otro lado de las ondas, me ofrecerá, nuevamente la suya, de una manera totalmente subjetiva, con lo que vuelvo, una vez terminada la escucha, a estar totalmente confundido.

Con la televisión me pasa más o menos que con la prensa escrita, solo que, si le aporto la función de voz al aparato reproductor, este atrae en mayor o menor medida mi atención; para ejemplo valga: cuando se está leyendo, a la vez que se oye la retransmisión de un partido de fútbol, dependiendo del énfasis que le ponga el locutor a las jugadas, sin necesidad de levantar la vista, sabes como se va desarrollando el partido. Vengo a decir con esto que solo buscan llamar tu atención y con ello, la cuota máxima de telespectadores en “prime time”; solo eso les interesa.

Pero todo ello lo puedo más o menos digerir, lo que nunca pude ni podré es comulgar con la actual falta de información o, mejor dicho, información sesgada que ofertan u ofrecen los medios de comunicación municipales, gobierne quien gobierne, aunque evidentemente, a algunos se les nota más que a otros. De los nacionales o regionales mejor no hablar, sobre ellos, los políticos de turno, tienen su contencioso particular y es difícil conseguir que sea de otra manera.

Digo esto porque, estemos en el siglo que estemos, el que gobierna nunca informa de los acontecimientos surgidos en el día a día de su gestión, entre otras cosas porque olvida, de manera sistemática, que si está donde está, es porque ha sido elegido por el pueblo para ello y, es más, se olvida, a su vez, de que está al servicio del pueblo y no éste al servicio de él. Reitero y redundo.
Simplemente, le recuerdo, que es administrador del erario público, aunque parece que esto lo tenga olvidado.

Espero y deseo que remede a Bebo Valdés y diga “Se me olvidó que te olvidé” y vuelva a pensar que informar objetivamente no solo es una virtud, sino, un entrañable deber.

viernes, 26 de junio de 2009

Personajes ilustres

Ninguna documentación avala este pensamiento, ni siquiera la última factura de la última compra de la última visita que hice a una gran superficie, entre otras cosas, porque no compré nada.

Se ha puesto de moda para ser considerado personaje ilustre de una población cualquiera, para que marearnos el coco, el que haya que estar avalado con publicaciones de libros, aunque la investigación sea de dudosa procedencia, hay que indiganarse y conservar señas de identidad, aunque no se vea reflejado en el día a día, dirigir una revista de estudios locales, así como ocupar un sitio preferente en la cultura del lugar.


Como podeís comprobar no soy Yo, ya que mi curriculum es pobre, aunque haya hecho prensa escrita, radio y televisión, y todo ello con guión propio, pero no lo pongo en ninguna enciclopedia virtual, mi ego no me lo permite, a veces, incluso he olvidado lo que he sido capaz de hacer durante muchos años.


Jamás osé llamarme periodísta, entre otras cosas porque no era mi profesión habitual, aunque le dedicara más horas que a esta.


Pienso, que cuando uno llega a la categoría de Ilustre es cuando el pueblo así lo demanda y, cuando digo pueblo me refiero a la cuarta acepción del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, a ningún otro. Está claro que aparto de los demandantes a la clase política y a los que sacan algún provecho de tal designación.


Con esto, aunque a algunos les pueda parecer.... no me quejo de lo "ilustrado" de algún que otro personaje de mi pueblo pero, me resulta penoso que, ahora que estamos en la era de la información rápida ofrecida por internet; digo rápida que no real, ya que como todos sabemos es virtual; sobre su veracidad habría mucha tela que cortar... quiero exponer mi queja, aunque solo la lea mi familia y Yo, por las autodenominaciones que parecen "de origen" como los vinos, por no adjetivarlas de otra manera y que, pueden confundir a profanos en el asunto de la ilustración.


Da la casualidad que, quieras o no quieras, cuentan con el beneplácito de las autoridades y eso, en los tiempos que corren, hay que valorarlo, sobre todo, cuando la balanza en el ilustrado está dispuesta a ponderar positivamente el color de la ideología del que gobierna, aunque no comulgue con la misma y si, llegado el caso fuese necesario, negar lo evidente.
Como se puede comprender por lo expuesto, algunos son profetas en su tierra aunque funden un ateneo con un solo socio, evidentemente él.