miércoles, 1 de julio de 2009

Españolito que vienes al mundo te guarde Dios.


Esta primavera, cuando regresaba a España después de haber recorrido parte de los países que componían el llamado “Telón de Acero”, recalé, como ya es habitual, en la Costa Brava francesa, concretamente en Port-Vendres y, una vez allí, decidimos, tanto Nina como yo, acercarnos a Collioure, no solo para ver su espléndida anatomía paisajística, de indudable gran belleza, sino para cumplir un deseo: visitar la tumba de D. Antonio Machado Ruiz que ocupa con su amada madre Doña Ana Ruiz.

El cementerio que ha dejado de acoger difuntos, por haberse construido uno nuevo, con una impresionante vista sobre la costa, ha pasado a ser curiosidad y entusiasmo de turistas, que, como nosotros, intentan estar un ratito al lado de uno de los más grandes poetas que han dado nuestra Letras. Pequeño, aunque, en realidad no podría decir cual es su dimensión ya que no tuvimos que recorrerlo como suele ser habitual en otros, la tumba de nuestro Ilustre poeta está a muy pocos metros de la entrada del mismo, conforma se entra a la derecha . Inconfundible por tener de forma casi permanente la escolta de la bandera de la II Republica española y la Señera catalana.

La emoción nos embargó de manera inmediata, y le recordamos como el Españolito:


Ya hay un español que quiere
vivir a vivir empieza
entre una España que muere
y otra España que bosteza.

Españolito que vienes al
mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

Ante la tumba, intenté ver que no era verdad lo plasmado en esos versos después de tantos años escritos, incluso intenté imaginar que no había dos Españas, que solo era un espejismo en su indudable maestría a la hora de transmitir su pensamiento a través de la poesía.

Allí, con la agradable temperatura y susurro del mar, era imposible esperar que el Poeta dilucidara el mismo, con lo que solo aguardaba que su halo me enajenara; cosa que indudablemente no sucedió.

Pensé que por qué el Poeta sigue perpetuado en Collioure cuando lo esperan con los brazos abiertos Sevilla, Soria o Baeza. Pero la respuesta no se hizo esperar y se contestó por si misma. Aquí en tierra francesa es donde el murió en libertad, en todo el amplio concepto de libre; aquí es donde los españolitos de bien vienen a visitarlo; aquí es más universal ; aquí descansa en paz.

Al día siguiente, ya en España, se me volvió a helar el corazón.

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