domingo, 18 de octubre de 2009

¡Sin acritud!


Siempre me ha chocado lo que se cuenta sobre la Natividad : ".....y los pastores acudieron a adorar al niño dios". Si todavía no había hecho nada, solo nacer, por qué habrían de adorarle.
Esto me suena al Premio Nobel concedido a Obama, aunque este ídolo, ya si, había hecho bastante antes de su concesión.
Pero hablando de adoraciones, adulaciones, admiraciones y premios a líderes, ya no me causa sorpresa el encontrarme a diario, con aduladores, gregarios y adláteres, que defienden a capa y espada lo que, a su vez, el supuesto líder defiende para ego o lucro propio, ¿seguramente estos últimos también buscarán el suyo?.
El supuesto líder se afianza con las palmaditas, los alientos, la adoración, adulación etc. de estos personajes y, aupados en esa base ilusoria, dictaminan a su antojo y libre albedrío.
Todo lo que ponga en peligro su liderazgo, según creencia particular, debe quedar desterrado.
Al supuesto líder, entre otras muchas, le molesta:
- Que le digan dentro de la más absoluta legalidad y lógica que no se comparten sus ideas por no estar, estas, dentro de los estatutos o son ajenos a la asociación, partido, club, etc. o entidad que pretende liderar.
- Que se le rebata de manera argumentada una idea, acción u orden en público.
- Que se le pida, que para comunicarse con sus seguidores, afiliados o, en su caso, públicamente, utilice cauces y canales normales o foros en la red. Siempre pensará que estos, están siendo interceptados, espiados o no son oportunos; los afiliados, publico y seguidores no deben saber lo que él piensa o qué va a hacer, ellos tienen que estar en la ignorancia total, así nunca serán peligrosos.
- Que no se apoye a pies juntillas la idea que quiere realizar por considerarse descabellada.
- Que si no estás con él , entonces, rápidamente pensará que estás contra él. La neutralidad no la conoce. Nunca será ecléctico.
Los que son líderes o aspiran a liderar, han perdido el contacto con sus seguidores, ven fantasmas en todas partes, todos los espían y todos son sus enemigos, aunque militen o compartan en la misma causa; ellos poco a poco se van apartando de quien de verdad los tienen que sustentar, ofrecen la espalda y empiezan a no dar la cara, hablan a hurtadillas y desvirtúan las inquietudes. Para ser más exacto, se auto introducen en una urna de cristal a la que solo dan acceso a sus aduladores, gregarios y adláteres, todo lo demás debe ser proscrito, salvo para votarles y aplaudirles.
Llego a la conclusión, que son ególatras que, animando y abduciendo a una plebe huérfana de derechos y oportunidades, logran sus objetivos.
Procuran hablar con este o aquél para que el otro, no importune, sin darse cuenta que el inoportuno es él.
Ya no solo me los encuentro en política, han proliferado en cualquier ámbito e incluso fuera de él.
Pienso, por tanto, que nadie se debe sentir superior a nadie y que, a nadie, redundo, incluso a dios, hay que adorar, alabar, envidiar, admirar, etc., etc. y que todos debemos escuchar, que no oír, a todo el mundo y que, a partir de ahí, toda opinión o pensamiento es muy respetable y no se debe marginar ni menospreciar a aquél que no piensa como nosotros queremos o deseamos.
Quizá sigo siendo utópico, pero así me parió mi Madre, aunque de verdad, de verdad, espero corregirme y, además, todo ello lo expongo ¡sin acritud!, porque siempre habrá y ha habido honrosas excepciones.

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